de Francia e Italia, dando como resultado la restauración del Espíritu del Temple en su esencia y en sus formas, recuperando por completo el contenido de sus doctrina y su inmenso tesoro ritual y de servicio a la humanidad.
Por otro lado, en el año 1952, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar en Francia la aparición de un núcleo templario desde los espacios más profundos y sublimes de la Orden, conocido como la Resurgencia, para experimentar y vivir de una manera real y verdadera todo el bagaje espiritual del Temple, desde los remotos tiempos de su aparición sobre el mundo.
En la Orden de la Rosa Blanca convergen hoy las dos vías de pervivencia del Temple. Tanto la histórica, con su recorrido secular afrontando y soportando durísimas pruebas, como la aportada por la Resurgencia.
La Orden de la Rosa Blanca está formada por hombres y mujeres de espíritu libre, dedicados a fomentar, una vez más, los valores de tolerancia, libertad y respeto a los demás y a buscar, experimentar e incorporar a sus vidas la espiritualidad del Temple Universal como instrumento de desarrollo personal y, a la vez, movilizador de la conciencia colectiva, hacia espacios de evolución y progreso que le son arrebatados constantemente por un sistema de opresión encubierta que alcanza las cuatro esquinas del mundo.
La Orden tiene hoy como objetivo principal promover el desarrollo y la fraternidad entre los seres humanos, atenta siempre a los acontecimientos del mundo que muestran la necesidad de los seres humanos de poder vivir su vida y su destino en libertad.
Con el paso de los años, dicha organización encontró apoyos en Alemania, Francia y los reinos escandinavos, fundamentalmente.
Por aquel tiempo, en España, la Inquisición controlaba cualquier movimiento social, civil o espiritual, formando una garra de acero junto con la monarquía absolutista, como instrumento de control de la voluntad y las iniciativas de los españoles. La instalación del Tribunal de la Inquisición en Toledo en 1485 por parte de los reyes católicos produjo el mayor desastre cultural y espiritual de la historia. Los judíos fueron expulsados de España, los musulmanes perseguidos hasta su último refugio en el reino de Granada y los cristianos originales, como los restos del Temple, asediados, torturados y quemados por las plazas de pueblos y ciudades hasta hacerlos desaparecer.
De esa forma se ponía fin a medio milenio de integración, respeto y tolerancia entre los miembros de las tres grandes religiones monoteístas y sus iniciados. Así fue sometida la diversidad para crear un estado unificado bajo una única doctrina impuesta a sangre y a fuego. Sin embargo, a pesar de tanta persecución y tanto crimen, la esencia de la auténtica misión del Temple siguió adelante de forma secreta y silenciosa. Ese recorrido de cinco siglos acabó por converger en Francia a finales del siglo XVIII con el acercamiento de organizaciones que habían mantenido viva dicha misión y adoptado diferentes nombres, pero que provenían de aquella misma fuente, la herencia espiritual del Temple. Así se agruparon la llamada Estricta Observancia Templaria, organización alemana dirigida por Charles von Hund, diversos ritos del centro y del norte de Europa y algunas otras organizaciones aun más secretas
Tras la destrucción de la Orden del Temple Medieval en 1307 por parte del Papa Clemente V y el rey de Francia Felipe el Hermoso, y consumada en 1314 con el asesinato de su último Gran Maestre, Jacques de Molay, quemado vivo ante la puertas de Notre Dame de Paris, la Orden y sus Caballeros se desvanecieron, llevando consigo sus secretos y, sobre todo, su Misión.
Hay una herencia espiritual de aquella Orden del Temple que se ha perpetuado hasta hoy por el tortuoso camino de la historia y de los acontecimientos, conocidos o no, a lo largo de los siglos.
El núcleo principal de la Orden se estableció en el reino de Escocia, que en aquellos tiempos luchaba por mantenerse libre de las ansias anexionistas del rey ingles Eduardo I Longchamps.
En 1314, el rey escocés Robert I The Bruce ganó la batalla de Bannockburn, librada contra los ingleses por el pueblo escocés y caballeros templarios y expulsó a los ingleses de Escocia.
Los restos de la Orden fueron protegidos en el reino de Escocia, dando lugar a su desarrollo que, aunque discreto, fue produciéndose de una manera amplia y profunda a la vez.
Posteriormente la nueva casa reinante en Inglaterra, los Hannover de origen alemán, conocidos más tarde como Windsor, no se detuvieron hasta someter a Escocia a sus dominios. La dinastía escocesa de los Estuardo tuvo que abandonar su patria y refugiarse en Francia. Con ellos se llevaron aquella organización que había ido desarrollándose y creciendo de una manera tan importante como silenciosa.
NON NOBIS DOMINE, NON NOBIS, SED NOMINE TUO DA GLORIAM